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Algunos pensamientos acerca de la Terapia Dr. F. X. MAYR®
   por el Dr. med. W. Wolfrum

La fijación común en el "promedio" como una norma, distorsiona nuestras ideas sobre la salud. Los diagnósticos del doctor Mayr que se orientan al ideal como un estándar, demuestran la frecuencia de daño intestinal oculto. Los estilos de vida sedentarios y los malos hábitos alimenticios, pero antes que nada, las demandas excesivas continuas de los órganos digestivos, dañan el desempeño del intestino delgado y así promueven la descomposición bacteriana patológica del quimo. Los irritantes producidos son simple causa para que el intestino sea aun más sobreutilizado y la secreción de jugos digestivos sea reducida. Esto conduce a un círculo vicioso: los procesos de descomposición suprimen de manera incrementada la digestión del quimo, el intestino delgado se ensancha y libera sus secciones por más tiempo, y se producen jugos digestivos en cantidades insuficientes, resultando en una malnutrición. Si el nivel es lo suficientemente alto durante el tiempo suficiente, entonces los contaminantes digeridos por las vellosidades intestinales sólo pueden ser parcialmente neutralizadas por el hígado. A menudo, considerables cantidades de estos contaminantes alcanzan los órganos por la circulación sanguínea y causan daño o minan su resistencia.

Los procedimientos terapéuticos del doctor Mayr se desvían en muchos aspectos de la ortodoxia actual. Tres principios que se solapan y se complementan los unos con los otros, traen una rehabilitación intestinal completa -a saber, protección, limpieza y entrenamiento. De estos principios, la protección juega un papel especialmente importante. La medida de protección más extrema es el ayuno absoluto, es decir, ninguna comida en absoluto; esto sólo debiera hacerse en un paciente internado (cura estacionaria). El paciente únicamente toma té de hierbas tres veces al día y mucha agua, con la finalidad de acelerar el intercambio de fluidos y mantener el equilibrio mineral. Nosotros no usamos jugos de fruta, ya que éstos tienden a fermentar lo que va en contra del principio protector. Ayunar da una oportunidad ideal al intestino para procesar y excretar los residuos ya producidos. El estómago y intestino delgado, nuestros centros de asimilación y órganos digestivos primarios, pueden librarse de sus contenidos, cumpliendo el requisito previo más importante para un alivio curativo: ahora pueden descansar y recuperarse y sus órganos sensitivos amortiguados, cuya labor es informar a los músculos intestinales y glándulas sobre su trabajo, pueden regenerarse de nuevo.

Con la orientación apropiada del paciente por parte del médico, las punzadas de hambre aparecen sólo durante un tiempo corto durante los primeros días y normalmente desaparecen rápidamente después de una taza de té de hierbas o un vaso de agua.

Durante la segunda fase de la dieta [o la primera fase de curación para el enfermo ambulatorio], por la mañana se le da un cuarto de litro de leche al paciente y a mediodía se da lo mismo. Sin embargo, no es bebido de la manera usual, sino que debe mezclarse completamente con la saliva de la boca como sigue: una mordida de un rollo bien seco en la boca o una rebanada similar de pan blanco se mastica primero hasta que se vuelva una masa acuosa en la boca, dulce al gusto y bien empapado con la saliva. Sólo entonces se agrega la leche, una cucharadita a la vez, y debe ser completamente mezclado con la masa de pan en la boca antes de tragarlo. De esta manera, la leche se digiere completamente en la boca y así no recarga en absoluto ni el estómago ni el intestino. Adicionalmente, la masticación intensiva activa el sentido del gusto que es muy importante para la regulación óptima de la producción del jugo digestivo y de la motricidad gastrointestinal. La enseñanza de una masticación apropiada es una parte importante de la terapia. En esta fase dietética secundaria, se sirve sólo té de hierbas por la tarde.*

La dieta de la leche-y-rollo (mañana y mediodía con un cuarto de litro de leche y un rollo seco) corresponden a una ingestión diaria de aproximadamente seiscientas calorías, en la cual -como en las dietas de ayuno- el cuerpo se nutre de sus propias reservas. Esto limpia primero los segmentos intestinales congestionados, posteriormente las reservas nutricionales acumuladas en el tejido conectivo, y al mismo tiempo comienza una renovación celular o limpieza, por medio de la cual se da un fuerte ímpetu para la regeneración. No sólo es para promover el ascetismo que todas las religiones mundiales recomiendan un período de ayuno.

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